Los cambios hacen que nuestra rutina sea menos aburrida y obliga a nuestro cerebro a trabajar, de manera que alarga su vida. Esto no quita que esos cambios produzcan cierta ansiedad, inquietud y miedo a la posible no-adaptación, a lo desconocido y a la pérdida de control.
Somos reacios a esos cambios que cada vez nos pueden llegar a resultar más incómodos y menos necesarios, pero al final son parte de nuestro todo, formarán parte de nuestro carácter y con ello seremos un poquito más grandes.
Personalmente creo que me adapto bien a los cambios, pero ese par de lagrimillas no me lo quita nadie :_()
No hay comentarios:
Publicar un comentario